domingo, 11 de julio de 2010

Gay o Ladrón

El señor E. es un pibe muy particular. Se hace llamar facho, pero a pesar de sus treinta y pico de años no es más que un chico que todavía opina como papá y mamá, sin cuestionárselo demasiado. En suma, bocón pero poco peligroso.
Aburrido en el laboratorio, decido hacer una pregunta que escuché hacer varias veces en Basta de Todo: preferís un hijo gay o un hijo chorro. La respuesta del señor E. fue tajante: chorro. A esta elección, indefendible e injustificable, siguieron una serie de aclaraciones como “bueno, pero si roba para comer” o “si no mata a nadie”. Lo cierto es que yo no le dije si al gay sólo le gustaba chuparla o que se la metan hasta el fondo. La charla con él no fue muy fructífera porque el Micky Vainilla que lleva adentro lo hizo irse vociferando “esos putos son peligrosos, vos te manifestás en contra y después te van a buscar y te cagan a palos. Los forenses dicen que los crímenes más violentos son causados por mujeres o trolos” (sin comentarios).
Lo peor de esto es que la señorita K. opinó igual que él y terminó hablando de que la homosexualidad era una enfermedad mental que podría curarse con algún tratamiento psiquiátrico.
Todavía me resulta increíble que haya gente que pueda sostener esta doble moral sin quedarse pelada. Porque son los mismos que piden que se baje la edad de imputabilidad, que temen que la inseguridad los encuentre a la vuelta de cualquier esquina o que se aplique la pena de muerte, pero a la hora de elegir entre gay o chorro, no dudan en convivir con el malhechor antes que con quien sólo puede sentir amor por alguien de su mismo sexo.

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